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La mayoría de los dinosaurios fósiles están embutidos en rocas sedimentarias. Hacen falta muchas personas y varios meses para extraer de la roca un dinosaurio grande. Todo lo que sabemos de los dinosaurios, desde su probable aspecto hasta su alimentación, procede de lo que los expertos han descubierto en sus excavaciones.
- Voladura: para llegar hasta un fósil quizá haya que dinamitar o retirar con tractores muchas toneladas de roca. Sólo se dinamitan las capas superiores de la roca, porque de lo contrario el fósil podría resultar dañado.
- Lento pero seguro: hay que tener mucho cuidado al extraer los fósiles sin estropearlos. Para desmenuzar la roca que aprisiona los huesos se emplean martillos, buriles e incluso taladros de dentista.
- Trabajo delicado: para retirar la tierra y las piedras se emplean cepillos suaves, que no perjudican los viejos huesos. Los huesos quebradizos pueden recubirse de pegamento especial, para endurecerlos.
- Fotos de fósiles: los huesos deben ser fotografiados donde se hallaron antes de moverlos, para que se sepa dónde se encontraron. Los científicos aprenden mucho sobre la muerte del animal y el medio en el que vivía, estudiando en qué postura yacía y examinando atentamente el terreno en busca de pistas.
- Búsqueda de pistas: las rocas de los alrededores se examinan en busca de restos de huesos que hayan podido fragmentarse del esqueleto completo, o quizá de otro dinosaurio fósil enterrado en las cercanías.
- Recomponer el rompecabezas: cada fragmento de hueso debe numerarse y anotarse para ayudar a los científicos a reconstruir el esqueleto en el laboratiorio.
- Manejo cuidadoso: cuando se sacan a la superficie, los huesos se envuelven en papel fino, después en vendas de escayola o en cubiertas especiales de espuma que se endurece, para ser protegidos en su viaje al laboratorio.
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